Por: Sara Saldarriaga

Solo contar con unos pocos minutos para alistarnos por las mañanas y salir antes que nos “agarre el tranque”, en muchos hogares ha hecho que disminuya las veces en que desayunamos, y la verdad no los culpo, dormir suena más agradable que prender la estufa. Sin embargo, cuando esto ya se convierte en un habito, es decir, que no sucede un día o dos de la semana, sino la semana entera, debemos pasar a evaluar los efectos que puede tener en nuestra salud. 

Cuando la última comida de nuestro día ha sido a inicios de la noche, que es como mejor debe ser, nuestro cuerpo metaboliza y almacena los nutrientes que necesita y aprovecha los que requiere en el momento, dando paso a las horas de descanso o sueño, que no es más que un proceso necesario para la reparación de diferentes tejidos. Aunque es cierto que cuando dormimos estamos en reposo, de igual forma mantenemos un gasto de calorías, ya que el cuerpo sigue funcionando pero en otras actividades, esto quiere decir que sigue utilizando el combustible que le fue dado (alimentos de la última comida).

Al despertar, luego de 6 a 8 horas de sueño, ciertamente el combustible suministrado, según la cantidad y hora, ya ha sido consumido, e incluso se han podido utilizar una parte de las reservas corporales para mantener el azúcar en nuestra sangre estable y así mantener todos los sistemas lo más equilibrado posible. 

Me voy directo al almuerzo 

¿Si no desayuno me voy desmayar? No necesariamente les tiene que ocurrir esto, a menos que estén pasando por alguna afección de salud o en escenarios específicos como estar bajo algún tratamiento médico. De otro modo, el cuerpo, como es una maquina perfecta, buscará la forma de auto regularse; probablemente si no estamos acostumbrados a esta acción, enviara señales como dolores de cabeza, fatiga, hambre, sueño, u otro; sin embargo al ya convertirse en un habito este se adaptara de la mejor manera que pueda. 

Lo cierto es que usualmente cuando no desayunamos estamos más propensos a ingerir comidas más abundantes durante el día (almuerzo y cena) o bien tener este comportamiento que llamamos “picar” desmesuradamente, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar obesidad o sobrepeso.

 Por otro lado, también puede afectarse el metabolismo. ¿Cómo sucede? Al tener como hábito comer 1 o 2 comidas en el día, si bien es cierto es posible cubrir la cantidad de calorías que se necesitan, y se puede hacer sin pasarnos de la cantidad, pero esto le da más trabajo al organismo de metabolizar mayor volumen y densidad de alimentos en solo 1 o 2 momentos a comparación de realizarlo fraccionadamente. Según la revista British Journal od Nutrition, comer pocas calorías al día, por eliminar una comida, o dos, puede hacer que el metabolismo entre en estado de conservación gastando menos calorías de lo habitual.

El ayuno es una condición normal y frecuente que debe ocurrir en nuestro cuerpo sobre todo cuando descansamos, además, en algunos tratamientos de salud específicos o incluso como parte de terapias para perder peso se han utilizado, sin embargo como siempre solemos decir, es importante la variable adaptación para cada persona que vaya a realizar esta práctica.