Quizás tu casa sea de esas en las que el pan siempre se acaba, es raro que sobre, pero puede pasara también que en alguna reunión que tengas con tu familia o amigos, el cálculo haya sido exitoso y no solo eso, sino que sobraron algunas baguettes francesas, pan campesino, o alguno artesanal. 
No hay nada más triste que perderlos, así que si de trucos se trata para poder conservarlos lo mejor posible, ¡bienvenidos sean!
Este en particular involucra a tu congelador. Sigue los pasos a continuación.
1. En 24 horas (máximo) de cortar en un pan, corta en rodajas lo que sobre. (No esperes demasiado para hacerlo; si no lo puedes evitar, en ese punto, la mejor apuesta es dar a las sobras una segunda vida como crutones, pan rallado o budín de pan.) A menos que tu cocina esté equipada con una sierra, no hay ninguna posibilidad de rebanar sin descongelar todo el pan primero. Así que lo mejor es hacerlo antes de recurrir al congelador.
2. Organiza en una bandeja para hornear con borde con pergamino o papel de cera, las rodajas en una capa en la parte superior de la misma, y ponlo en el congelador, descubierto, hasta que el pan quede sólido y congelado. (El pergamino evitará que la miga hermosa y húmeda del pan se pegue a la sartén, y la capa única evitará que las rodajas se congelen pegadas entre sí.)
3. Una vez que las rebanadas de pan estén congeladas, transfiéralas a una bolsa de congelador resellable, quitando tanto aire de la bolsa como sea posible.
4. Cuando tengas un antojo de pan, saca sólo tantas rebanadas de pan como quieras en ese momento, y déjalas descongelar a la temperatura ambiente, o ponlos directamente en el tostador (tomarán alrededor de un minuto adicional para tostar). La textura del pan será alrededor del 95 por ciento tan buena como el pan fresco y mucho mejor que el pan del segundo día, que ya empieza a partir. Almacenado congelado (en una bolsa del congelador resellable), el pan rebanado permanecerá fresco y delicioso por lo menos seis meses, si no más largo.